Día de la Bandera
GENERAL MANUEL BELGRANO:
ARQUETIPO DE LA ARGENTINA QUE QUEREMOS

Por Alejandro Carlos Biondini
Fragmento de su discurso en Casa Patria (20.06.11)

20 de Junio - Día de la Bandera Nacional

«El 20 de junio de 1820 moría en la Ciudad de Buenos Aires el General Manuel Belgrano, en la más absoluta pobreza, luego de entregarlo todo por la Causa de la Independencia, y debemos recordar que su familia había sido una de las más acaudaladas del Río de la Plata. En medio de la crisis política que se abatía en esos momentos sobre el país, su muerte pasó casi inadvertida. Sólo un diario de escasa circulación y un periodista, el fraile franciscano Castañeda, publicaron la noticia de su fallecimiento. Los males, las traiciones y las ingratitudes que hoy vemos en la Argentina, vienen de vieja data.»

«Porque los enemigos internos y externos que enfrentó Belgrano, al igual que su amigo, el General San Martín, en esencia son los mismos del presente, aunque sus nombres y circunstancias sean distintos. Cuando el 27 de febrero de 1812 el creador de nuestra bandera hizo flamear por primera vez la Azul y Blanca a orillas del Paraná, y sus tropas realizaron su juramento de lealtad, la reacción del poder centralista, del cipaje interno, no se hizo esperar. El entonces ministro Bernardino Rivadavia, masón y adorador de la extranjería europea, reaccionó alarmado en nombre del Triunvirato, y le hizo llegar a Belgrano una orden que, por supuesto, él no cumplió: destruir la bandera. Éste es un hecho que la historiografía oficial se cuida muy bien de recordar.»

«Belgrano era un ciudadano como nosotros. Y si tuvo alguna posibilidad social o económica mayor la puso al servicio de los demás. Fue el hijo de un comerciante que con estudio y abnegación se hizo abogado; el abogado que asumió la función pública con una honestidad casi sin parangones en la historia de nuestro país; el funcionario que dejó todas sus comodidades y potestates para cumplir con el llamado de la Patria y se ganó las palmas de General en el campo de batalla. El General, que afrontó con humildad la victoria y con extraordinaria entereza la derrota. El Guerrero que no renegó de la cultura, y al que la instrucción popular lo obsesinaba, hasta entregar, donar, lo que le quedaba de riqueza: 40.000 pesos fuertes, para la construcción de cuatro escuelas públicas. Para que nos demos una idea de lo que significaron como donación esos 40.000 pesos fuertes en cuanto a los valores económicos de aquel tiempo, eran equivalentes a 50 kilos de oro y al 4 por ciento del total de las exportaciones del país. Por la sistemática venalidad que padecemos los Argentinos en nuestra tierra, la última de esas escuelas terminó de construirse recién en el año 2004, es decir, 184 años después del fallecimiento del General Belgrano.»

«Belgrano nos demostró que uno puede seguir siendo el mismo en la paz y en la guerra. Que ni la política es esencialmente sucia, ni la guerra es esencialmente mala. Todo depende de quien sea el político o el guerrero, y de los valores y conductas que lo inspiren.»

«En estos tiempos, donde vemos a la Argentina atravesada por la más indigna corrupción, donde vemos la estafa institucional como paradigma, donde vemos la falta total de valores, y a una clase política sumisa y a una nación de rodillas ante el extranjero, el ejemplo del General Manuel Belgrano debe ser nuestra inspiración, nuestro arquetipo, nuestra guía, para reencontrar ese Norte nacional.»

«Por eso les dije que hoy no venía a hablarles de elecciones, sino que vine a hablarles de una elección de vida, aunque en esa elección de vida debamos entregar la nuestra: el camino duro y eternamente glorioso de Belgrano, o el camino fácil y eternamente vergonzoso de los Rivadavia, de los Menem, de los Kirchner. El camino de la honestidad o el camino de la corrupción, el camino de la Patria o el camino del cipaje y la traición.»

«Nuestra Juventud no debe ver a Belgrano atrapado en el bronce o en el mármol. Debe ver a Belgrano como un ejemplo, como un camarada eterno de lucha. Y si en las próximas elecciones alguno de nuestros candidatos, empezando por quien les habla, alcanzara una función pública, debemos retomar el camino que nos señaló Belgrano: los funcionarios públicos son hombres comunes con responsabilidades extraordinarias, y de ninguna manera, como muchos se lo creen hoy en día, hombres extraordinarios sin ninguna responsabilidad.»

«En sus últimas palabras dijo el General Belgrano: ´Sólo me consuela el convencimiento de que siendo nuestra Revolución obra de Dios, Él es quien la ha de llevar hasta su fin, manifestándonos que toda nuestra gratitud la debemos convertir a su Divina Majestad y de ningún modo a hombre alguno´

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