Comunicado de Prensa

(10.01.16) – En estos días, el país asiste con asombro y estupor a la insólita cadena de episodios que ha venido rodeando la fuga y persecución de los hermanos Martín y Cristian Lanatta y de Víctor Schillaci, quienes estaban pagando con cárcel su participación en el tristemente célebre Triple Crimen de General Rodríguez. Versiones cruzadas y contradictorias, choques entre funcionarios, informaciones falsas, anuncios de capturas que luego terminan siendo desmentidos, incluso breves comunicados presidenciales absolutamente equivocados, así es como parece funcionar hasta el momento el macrismo ejerciendo el poder nacional. Pero el papelón gigantesco del día de ayer debería marcar un punto de inflexión y un cambio de rumbo.

Bien sabemos que la nueva administración asumió hace pocas semanas, y que además es muy complejo poder desmantelar rápidamente las estructuras que dejó instaladas el narcogobierno kirchnerista. Y que quede claro, hablamos de narcogobierno kirchnerista sin tapujos, porque es incuestionable la influencia y poder de decisión que tuvo el narcotráfico en los mandatos del matrimonio Kirchner. No obstante, también es preocupante, o directamente alarmante, la enorme improvisación que el actual Poder Ejecutivo está exhibiendo en este caso. El presidente Macri armó un “Comité de Crisis” que no pudo coordinar correctamente un sólo operativo entre las fuerzas de seguridad federales y provinciales, y que puso en ridículo, reiteramos, a toda la cúpula de gobierno. Resulta absurdo que el único prófugo capturado hasta el momento sea Martín Lanatta, quien en realidad pudo ser atrapado por un puñado de policías de un pequeño pueblo santafecino, los cuales se desplazaban en caballos prestados por un vecino de la zona, mientras Gendarmería, Prefectura, grupos tácticos especiales de la Policía Federal y todo tipo de funcionarios de gobierno inspeccionaban sin éxito rutas, cascos de estancia, arrozales, maizales, countries, etc.

Desde el Nacionalismo, le pedimos al presidente Macri que se llame a la reflexión y evalúe la urgente necesidad de dar un golpe de timón a su gestión, sino quiere que ésta finalmente fracase en la lucha contra el narcotráfico. De nada sirven las buenas intenciones si no van acompañadas por hechos y logros concretos. Ya sea por ingenuidad o incompetencia, o por ambas al mismo tiempo, lo cierto es que hay ministros como Patricia Bullrich que mostraron que el cargo les queda grande, y que por un mínimo sentido del pudor deberían dar un paso al costado a la brevedad.

No es aceptable el argumento de que el gobierno está “aprendiendo” y que eso lo exime de todos los errores que comete. En primer término, Mauricio Macri viene de ejercer por 8 años la gobernación de la Ciudad de Buenos Aires, lo que debería haberlo fogueado para desempeñar la presidencia del país. Por otra parte, las equivocaciones pueden ocurrir cada tanto, pero no en forma permanente y sistemática como sucede por estos días. De la misma forma en que no sería ni aceptable ni lógico suponer que una persona pueda aprender a conducir un auto luego de sacar su licencia, tampoco es coherente ni atendible que una alianza política se presente a elecciones para gobernar la Argentina y que luego de ganar los comicios pretenda explicarnos ahora que no tiene claro cómo ejercer el poder y que, por lo tanto, tenemos que tolerar livianamente su impericia hasta que logren entender cómo funcionan las cosas. Al poder no se llega para aprender, al poder se llega para gobernar.

Asimismo, es hora de poner coto a otra costumbre malsana, que es la de informar o emitir comunicados de gobierno por Twitter. El presidente tiene que hacerse cargo de las responsabilidades de su puesto, dar a conocer de manera seria y fundada sus principales decisiones por las vías correspondientes, y dejar los mensajitos de 140 caracteres para cuestiones accesorias o menores. Los argentinos ya padecimos a una enferma, a una adicta a ese estilo de gestión, y fue la mandataria más nefasta de los últimos 50 años de nuestra historia, por lo que constituye un pésimo estilo a imitar para quienes arribaron pregonando el cambio.

Más allá de cómo termine todo este episodio de los Lanatta y Schillaci, uno apresado y otros dos aún en fuga al momento de este escrito, las señales del manejo desde el poder son alarmantes y negativas, primando la impericia y la improvisación como signos distintivos, por lo que es responsabilidad del Presidente de la Nación obrar en consecuencia.

Desde Bandera Vecinal sostenemos que no hay tiempo para ingenuidades ni para aventuras políticas en los puestos públicos. El narcotráfico reveló nuevamente que tiene un poder que supera ampliamente la operatividad de nuestras actuales fuerzas, de allí que para combatirlo y derrotarlo debe ponerse en funciones, en los puestos claves, a hombres y mujeres realmente capacitados. Y junto a ello, toda una batería de medidas implementadas en paralelo y en el marco de un plan estratégico. Nuestras Fuerzas Armadas y de Seguridad deben contar con un presupuesto especial y herramientas necesarias para estar a la altura de este gran desafío, y es imprescindible acabar con pruritos pseudo-progresistas, ejerciendo un estricto control de fronteras y una erradicación profunda y masiva de la inmigración ilegal. Por otro lado, la lucha contra la corrupción debe ser tajante, prioritaria y definitiva, con sanciones ejemplificadoras para hechos del presente y para los que aún siguen impunes del pasado inmediato. En la toma adecuada y oportuna de este conjunto de decisiones se juega la propia estabilidad del gobierno para los tiempos venideros. Si no se hace, habremos asistido a otro período fallido de nuestra historia.

Consejo Nacional
Partido Bandera Vecinal
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Alejandro Carlos Biondini / Presidente
Leonardo Bariani / Vicepresidente
Gabriel Kloster / Secretario de Prensa

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