La muerte de Nisman: Conmoción, cinismo e impunidad – Por Darío Coria

Por Darío Coria

Sin lugar a dudas la muy dudosa muerte del fiscal Alberto Nisman, producida el día 18 de enero del corriente año todavía sigue generando un fuerte impacto en la sociedad argentina y a su vez sigue teniendo importantes repercusiones a nivel internacional.

En el año 2004, en los comienzos de la presidencia de Néstor Kirchner, Alberto Nisman había sido designado como fiscal especial para investigar el atentado a la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), producido el 18 de julio de 1994. Este tremendo acto terrorista dejó en su momento un saldo de 85 víctimas fatales y lleva más de veinte años de impunidad. Como fiscal especial, Nisman siempre apuntó a la famosa “pista iraní”, responsabilizando a Irán como gestor del atentado y contando para ello con un gran apoyo logístico por parte de la hasta hace poco denominada SIDE (Secretaría de Inteligencia de Estado) como así también contando con una gran cobertura de parte de la CIA y el Mossad.

Ahora bien, el fin de la armonía entre este fiscal y el actual Gobierno se produjo allá por enero del año 2013, cuando la presidenta negoció el llamado memorándum de entendimiento con Irán (en uno de sus tantos arranques patológicos de decir blanco y después hacer negro). Un acuerdo alcanzado que pretendía indagar en Teherán a los supuestos autores iraníes del atentado a la AMIA. En noviembre de ese mismo año 2013, Nisman había apoyado los pedidos de la AMIA y de la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) para declarar inconstitucional el acuerdo argentino-iraní y esto de alguna manera selló su suerte en el Poder Judicial: El Gobierno ya tenía pensado apartarlo.

En enero de este año, después del ataque terrorista al semanario anarco-nihilista Charlie Hebdo en París, Nisman volvió de sus vacaciones por Inglaterra tal vez advertido de su inminente desplazamiento por decisión de Alejandra Gils Carbó, la Procuradora General de la Nación. Y como noticia impactante, el día 14 de enero presentó una denuncia formal contra la presidente, contra el canciller Héctor Timerman, contra el diputado ultra-camporista Andrés Larroque, contra el piquetero oficialista Luis D’Elía y contra Fernando Esteche, líder de la organización trotskista-guevarista de Quebracho. Todos ellos denunciados por pactar con Irán el encubrimiento del atentado a la AMIA.

La reacción del Gobierno no se hizo esperar. Esas acusaciones fueron respondidas con una inusitada violencia, con muchísimo apriete. De hecho el fiscal decía tener pruebas contundentes basadas en más de trescientos discos con escuchas telefónicas que comprometían a los acusados. Inclusive parte de este material se ha pasado en radio luego de su muerte escuchándose claramente como D’Elía, y con el visto bueno del Gobierno, operaba clandestinamente en una negociación de impunidad con los iraníes.

Pero cuatro días después de esta impactante denuncia pública, el 18 de enero, el fiscal aparecía muerto en su departamento de Puerto Madero con un tiro en la sien bersa calibre 22. En ese trágico momento estaba sin custodia policial y a un día de presentarse ante la Comisión de Legislación Penal en el Congreso de la Nación Argentina para declarar por su impactante denuncia.

Entonces ¿cómo se puede avalar la hipótesis de un suicidio cuando el fiscal Nisman decía tener contundentes pruebas de corrupción contra el gobierno? ¿Cómo se podría quitar la vida alguien que debía declarar al otro día en el Congreso, qué tenía fuerte apoyo externo a través de los servicios de inteligencia sionistas? Esta es la hipótesis que en un principio esbozó una presidente nerviosa y que a los días cambia para avalar la idea de que fue “un muerto” para perjudicarla, siempre en el rol de víctima.

Y supongamos la hipótesis de que la muerte fue inducida por agentes de inteligencia de Irán. De hecho, los servicios de inteligencia de este país gozan de gran prestigio a nivel mundial, contando con al menos 30.000 agentes de primer nivel. Si esto hubiera sido así el Gobierno (y desde ya su aparato de inteligencia) no podía desconocerlo, y con más razón, debía proteger al fiscal a un día de declarar en el Congreso. Algunos periodistas hasta inclusive hablan de una zona liberada.

Todo el manejo de la muerte de Nisman ya estuvo plagado de irregularidades desde un primer momento. Es que el primero en llegar a su departamento fue Sergio Berni, el secretario de Seguridad que depende de la presidente, cuando correspondía que las autoridades judiciales lo hagan primero. Todo se embarulló de entrada, poniéndose la presidente en opinóloga del caso y victimizándose cada vez más.

Los argentinos debemos dejar de lado el chiquitaje mediático que se quiere instalar y preguntarnos ¿cuáles son los gravísimos problemas de fondo que posee la Argentina y que nos pueden aportar mucha luz a la hora de entender la muy dudosa muerte del fiscal Alberto Nisman? Los gravísimos problemas son dos: La injerencia de los servicios de inteligencia mundiales en nuestro país y la impunidad todavía vigente del atentado terrorista a la AMIA.

En cuanto a la intromisión de los servicios de inteligencia extranjeros, los mismos operan en nuestro país básicamente a través de las embajadas de Israel, de Inglaterra y EEUU, o sea, a través del anglo-sionismo. Son los que violan nuestra soberanía política, los que tienen relaciones con el poder político de turno, los que espían, los que hacen escuchas ilegales y obstaculizan a la justicia.

Inclusive en la página www.elespiadigital.com se sostiene: “Wikileaks ha relevado 167 cables que mencionan la palabra AMIA en su contenido y demuestran una estrecha relación entre el fiscal Alberto Nisman y la sede diplomática estadounidense en Buenos Aires. Desde consultas sobre textos que luego presentaría a la justicia, primero (lo hacían) en la embajada para luego aportarlos en la causa AMIA, hasta pedidos de disculpas por no aportar datos a su debido tiempo, son algunos de los ejemplos que se pueden encontrar en esta información”.

En referencia a la voladura de la AMIA del año ’94, ¿por qué hay que avalar dogmáticamente la llamada “pista iraní” si hay otros indicios? El problema reside en que esos indicios son muy incómodos para el sionismo, como por ejemplo aquella hipótesis que apunta a que en la AMIA no hubo un atentado con una Traffic, sino que ocurrió una implosión.

Al respecto, el destacado abogado Juan Gabriel Labaké ya había presentado en su momento una denuncia contra el fiscal de la causa AMIA y ante la procuradora general de la Nación Gils Carbó, en cuya denuncia se sostiene “haber sometido, al menos parcialmente, la Nación al dominio extranjero y haber menoscabado la independencia de nuestro país al adoptar, en forma exclusiva y excluyente para investigar el atentado a la AMIA, un informe secreto de inteligencia manifiestamente falso y tendencioso, redactado por la CIA y el Mossad y enderezado a favorecer la política de EEUU e Israel contra Irán, Siria y el Líbano”. A su vez sostiene Labaké que “dicho informe fue enviado por la CIA a la SIDE para que lo utilizara sólo el ex jefe de Operaciones Antonio Estiuso. Éste lo tradujo y lo entregó al juzgado a través del entonces jefe formal de la SIDE Licenciado Miguel Ángel Toma en enero de 2003. Desde entonces, el Dr, Nisman lo adoptó como si fuera la verdad revelada”.

El Dr. Labaké es uno de los que más han investigado sobre el atentado a la AMIA, pero siempre ha sido censurado por refutar la versión oficial de la pista iraní. Al respecto es muy llamativa la tapa de un ejemplar de Nueva Sión, un periódico que expresa como lema ‘periodismo judeo-argentino con compromiso’. En una tapa de septiembre de 2003 aparece la imagen de un ex empleado de MANLIBA, un tal Juan Carlos Álvarez, afirmando “La Trafic no existió”. Un testimonio realmente revelador que se puede leer en la página 17 y que el mencionado periódico presenta en exclusiva.

Este es el tremendo cuadro de situación y de incertidumbre que vive la Argentina en torno a la muerte política del fiscal Alberto Nisman. Inclusive los procesos políticos electorales se podrían acelerar si la justicia actuara de manera independiente y se descubriera que el fiscal fue finalmente asesinado. Y si esto realmente se comprobara, es de una tremenda ingenuidad creer que pudo haber sido asesinado con tanta precisión y sutileza sólo por un aparato local y sin contar con la inteligencia externa de algunas de las principales potencias mundiales, incluyendo a Israel.

La Argentina lamentablemente se desangra en la mega corrupción del poder político, en la impunidad, en la complicidad y falta de justicia en torno al atentado de la AMIA, en la intromisión de los servicios de inteligencia extranjeros, y sobre todo, en una descarnada desprotección hacia los argentinos.

Prof. Darío Coria
Profesor de Historia. Conductor del programa de radio “Estirpe Nacional”, que se emite por FM del Este 99.3. Secretario de Educación y Cultura del Partido Bandera Vecinal.