El neocolonialismo chino: Argentina en peligro

Hace 82 años, la Argentina firmó con Inglaterra el ignominioso Pacto Roca-Runciman; un tratado que concedió todo tipo de beneficios a los intereses británicos en materias primas, transporte, exenciones impositivas y comercio. El contenido del acuerdo, rubricado durante la dictadura de Agustín P. Justo, fue tan vergonzoso, que Arturo Jauretche lo denominó “estatuto legal del coloniaje”. En estos tiempos, el dominio británico perdura en la Argentina: las Malvinas aún continúan ocupadas, las corporaciones anglosajonas controlan distintos resortes de nuestra economía, y la mentalidad pro-inglesa se mantiene viva en el espíritu de buena parte de nuestra clase gobernante.

Pero el nuevo siglo trajo nuevas potencias y nuevos problemas. En febrero del 2015, la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner cerró en Beijing un claudicante acuerdo económico, financiero y comercial con China, lo que se dio a entender como una “alianza estratégica integral”. Rubricó un total de 15 convenios con su par chino Xi Jinping, estableciéndose amplias facilidades a diferentes multinacionales del gigante asiático (casi todas estatales y bajo el férreo control de la dictadura comunista) para que “inviertan” en nuestro país en áreas estratégicas como energía, tecnología nuclear, petróleo, minerales, productos manufacturados, comunicaciones, agricultura, centros de investigación y desarrollo como así también en parques industriales. Es decir, amplias concesiones al capital chino a cambio de divisas con tasas subsidiadas, en un verdadero acto de vasallaje y de violación a nuestra Soberanía Nacional. En tal sentido podemos destacar:

• La adjudicación directa de diferentes proyectos y mega emprendimientos de obra pública a favor de corporaciones multinacionales chinas. Son ejemplos de ello la supuesta modernización del ferrocarril Belgrano Cargas; la compra de barcos y dragas; los proyectos de riego en la provincia de Entre Ríos, como así también la construcción de las represas “Kirchner” y “Cepernic”. Esto incluye el otorgamiento de exenciones impositivas y holgados beneficios para empresas chinas ya radicadas en nuestro país.
• La insólita construcción de una estación espacial china en Neuquén (prácticamente terminada) en la localidad de Bajada del Agrio.
• Amplias ventajas migratorias, facilidades para que cualquier ciudadano chino pueda instalarse en la Argentina y acceder sin ningún tipo de trabas al mercado laboral, como así también la potestad de realizar actividades profesionales por cuenta propia.

Es decir, a cambio de préstamos que el kirchnerismo no había conseguido del mercado internacional (en su mentalidad de endeudamiento capitalista), la Argentina se comprometió a usar sólo tecnología china, otorgó adjudicaciones directas y se expuso a la masiva llegada de obreros orientales. A través de un swap (acuerdo financiero) se permitió el flujo directo de yuanes para reforzar temporalmente las vaciadas reservas del Banco Central. El swap financiero rondó en el orden de los 11.000 millones de dólares, y sólo sirvió para que el kirchnerismo pudiera controlar por unos pocos meses el despojo al Tesoro Nacional. Al día de hoy el swap se gastó casi en su totalidad, y en diciembre se convirtió a dólares una parte de los últimos fondos, los cuales fueron depositados en una cuenta a nombre del Banco Central, según informó el presidente de dicha entidad, Federico Sturzenegger.

Al igual que en el pacto Roca-Runciman del año ’33, la letra chica de este humillante acuerdo se desconoce incluso al día de hoy.

Lo cierto, es que en los últimos años China nos ha comprado sobre todo soja, nos ha vendido trenes y una verdadera avalancha de productos manufacturados que le hacen una competencia ruinosa a la industria local. También ha sido relevante la presencia china en nuestro país en emprendimientos de megaminería. Los acuerdos incluyen mucha financiación en diversos campos, y obliga a la Argentina a eliminar las licitaciones que podrían suponer mejores condiciones para el país. Ante los enormes beneficios dados por el gobierno, los capitales chinos se quedan con obras y proyectos que van desde la minería hasta el petróleo y los ferrocarriles. Ante la falta de dólares, la relación bilateral con China experimentó un giro de 180 grados.

La dictadura comunista dejó de ser señalada como el socio comercial «malo» que contribuía al fenómeno de la sojización del campo argentino y que ponía en riesgo a la industria nacional. Se convirtió no sólo en un socio relevante sino también en uno de los principales soportes financieros del Banco Central. La Argentina le vende a China productos sin valor agregado, mientras que la nación asiática inunda el mercado interno con electrónica, celulares, televisores y maquinaria pesada. De hecho, durante el período 2003-2013, el 85% de las exportaciones argentinas se concentraron solamente en porotos de soja, petróleo y aceite de soja.

NEUQUÉN: UNA BASE MILITAR CHINA PARA DOMINAR LAS COMUNICACIONES

El neocolonialismo chino: Argentina en peligro

Foto de la base china en Neuquén (Diario Clarín)

Del pacto firmado entre el kirchnerismo y China, uno de los escándalos más grandes fue la instalación en la provincia de Neuquén de una base espacial de dicho país, de 200 hectáreas y con una exención impositiva de 50 años. Argentina no tendrá ninguna injerencia ni sacará provecho efectivo de dicha base.

A pesar de que los chinos afirman que la base será de uso civil y para “observación lunar”, lo cierto es que existen serios indicios de que todo eso es falso. Por ejemplo, la empresa china que construye y dirige la estación es la corporación “China Satellite Launch and Tracking Control General” (CLTC), que depende directamente del Departamento General de Armamentos del Ejército Popular de Liberación de China.

Roberto García Moritán, de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, ratificó que las obras empezaron antes de que hubiera una aprobación por parte del Congreso y aseguró que la antena que se está construyendo «tiene la capacidad de interferir comunicaciones». «El beneficio para Argentina no lo puedo deducir», añadió Horacio Quiroga, intendente de Neuquén.

Ricardo Runza, experto en seguridad nacional, explicó que la base «depende de un agencia paramilitar», sosteniendo además: «Vemos a esta base con fines fundamentalmente militares. Implica una cuasi cesión de soberanía argentina a una potencia extranjera. La antena que se ve en la base de Neuquén es una antena que da lugar a comando y control para viajes al espacio profundo. Pero la antena también tiene la posibilidad de servir para fines militares, de comando y control de satélites, en una gama de satélites que circulan por determinadas órbitas que pasan por el hemisferio occidental, es decir, todo lo que es América en conjunto. Y probablemente sirva para estar interconectados con una serie de otras estaciones que tiene China –que tiene varias– en una red que permita, por ejemplo, servir como un nexo de información, para triangulación de información, para comando y control del sistema ASAT (anti-satélite)”.

Con la estación neuquina, China contará por primera vez con antenas que permitirían una cobertura y visibilidad casi completa de la Tierra. Asimismo, la estación es a la vez un centro potencial de escaneo de comunicaciones, rastreo y detección de satélites, control de lanzamientos a escala global e incluso, en caso de necesidad, de misiles, drones, y otras actividades militares semejantes. Vale decir, el problema de fondo es geopolítico: Con esta instalación se usa al país como un peón en el tablero de ajedrez mundial y en el marco del programa chino de predominio espacial.

La agencia informativa La Gran Época, que desde hace años viene denunciando los abusos y crímenes del régimen comunista chino, explicó en un detallado informe titulado “Por qué la estación espacial china en Argentina tendrá usos militares” que a la estrategia militar de la dictadura oriental se la conoce como “el conejo blanco de panza negra”, que sería el equivalente a la metáfora occidental “lobo con piel de cordero”. En dicho artículo, la agencia observa que el régimen de Beijing no tiene por objetivo acumular enormes arsenales que llamen la atención de sus enemigos, sino que su premisa es desarrollar tecnología que pueda anular e incomunicar equipos rivales.

A pesar de su enorme superioridad poblacional en términos numéricos, China es consciente de que los occidentales son superiores en armas y en capacidad de combate. Sin embargo, la gran debilidad de esas potencias es su casi desmedida dependencia de la tecnología. Hoy por hoy, Estados Unidos, Europa y Rusia basan toda su planificación bélica en sistemas de geoposición y comunicación satelital como el GPS, el GLONASS o el incipiente Galileo. Incluso una potencia emergente como India está trabajando en su propio proyecto, el IRNSS. Ahora bien, ¿qué pasaría si de un día para el otro los satélites desaparecen y las tropas quedan incomunicadas? ¿Qué ocurriría si la tecnología deja de ayudar a los soldados, y los generales permanecen encerrados en sus cuarteles sin mapas ni referencias de combate de ningún tipo? ¿Cómo reaccionaría el mundo si Internet se corta y los canales de radio y televisión dejan de emitir sus señales?… China prepara ese escenario.

Un informe desclasificado en septiembre de 2010 del Centro Nacional de Inteligencia Terrestre de EE.UU. planteó: “Estas armas modernas permitirán a las fuerzas de baja tecnología de China prevalecer sobre las fuerzas de alta tecnología de EE.UU. en un conflicto localizado”. El documento cita también a los ciber-ataques, el uso de radiación por microondas y los pulsos electromagnéticos como otras armas de esta estrategia.

En 2013, el Pentágono emitió otro informe, que llamativamente fue eliminado del portal www.defense.gov, en el cual vuelve a advertir sobre las intenciones chinas de tomar control del espacio. “Los estrategas del Ejército Popular de Liberación consideran que la capacidad de utilizar el espacio y negar el acceso al espacio a los adversarios es un punto central para iniciar una guerra moderna e informatizada” sostiene el documento, y más adelante cita a un analista militar chino, que dijo que “destruir o capturar satélites y otros sensores… privará al oponente de iniciativa en el campo de batalla y [les dificultará] desplegar completamente sus armas guiadas”.

Comprendiendo todo esto, cabe concluir que la base china en Neuquén es directamente un auténtico peligro para nuestra seguridad nacional, y que las consecuencias a mediano plazo serían nefastas.

INMIGRACIÓN CHINA DESCONTROLADA

El neocolonialismo chino: Argentina en peligro

Como mencionamos previamente, el acuerdo de coloniaje incluye entre sus cláusulas un punto llamativo (el artículo 6 de dicho convenio), donde promueve la inmigración masiva china a la Argentina. El diplomático argentino Felipe Frydman escribió en enero del año pasado una nota para el diario Perfil titulada “Invasión China”, donde afirma que esa cláusula “constituye una explicitación de la decisión del Poder Ejecutivo de promover la inmigración china como lo hiciera en 2004 con la inmigración latinoamericana a través de la Ley 25.871 y de los Acuerdos de Patria Grande” y que “la redacción tampoco está limitada a las obras de infraestructura que se otorgarán a las empresas chinas en virtud del artículo 5 (…) El artículo 6 cubre todas las actividades económicas en forma dependiente o independiente, no está limitada al empleo por empresas chinas, y en consecuencia aparece como probabilidad cierta que se adoptó una decisión política de promover esta inmigración.”

Actualmente se estima que en Argentina viven alrededor de 100 mil inmigrantes chinos, en su enorme mayoría “minimercadistas” que lograron acabar con los almacenes y despensas argentinos e instalaron un sistema comercial propio, al cual ni siquiera la política de “Precios Cuidados” pudo someter. Esta situación podría empeorar, y se espera que en los próximos años la cantidad de chinos residentes en Argentina se multiplique varias veces de la mano de la instalación de nuevas empresas y de proyectos como la base de Neuquén.

Todo esto ya pasó en Africa, continente del cual China se convirtió en el principal inversionista, con desembolsos por más de 200 mil millones de dólares por año en países como Angola, Sudáfrica, Sudán o Níger. Paralelamente, en Zambia, Tanzania, Ghana, Chad y Nigeria los chinos erigieron zonas francas industriales, las cuales son vigiladas por personal militar oriental. La influencia del régimen comunista es tan poderosa, que en 2011 la construcción de la nueva sede de la Unión Africana –organismo que nuclea a 54 Estados del continente- fue enteramente financiada por Beijing. En total, la obra costó 200 millones de dólares y se encuentra emplazada en Adís Abeba, la capital de Etiopía.

China le ofrece a los africanos préstamos a bajo interés y obras públicas a cambio de recursos naturales y permisos para instalar bases. Políticamente también hay entendimiento, en China gobierna una dictadura, y en la mayor parte de Africa también. En Latinoamérica, teóricamente, se respeta el valor de la Democracia y la República, sin embargo ningún gobierno se molesta en denunciar los aberrantes abusos contra los Derechos Humanos de la mayor dictadura del planeta, y muy por el contrario, muestran una complacencia y sumisión filo-africanas a la hora de negociar.

MAURICIO MACRI: ¿EL OTRO SOCIO DE CHINA?

Como se observa, la situación es más que preocupante. El kirchnerismo firmó un pacto que sometió a la Argentina a los designios chinos, e hizo ingresar al país como actor involuntario de la nueva guerra tecnológica. A su vez, la inmigración oriental crece desmesuradamente, y no son claras las razones por las cuales decenas de miles de familias cruzarían todo el mundo para venir a instalar un minimercado o un restaurante de modalidad “tenedor libre” o “comida por kilo” en Almagro, Pergamino o Paraná, salvo que hubiese otro proyecto distinto al aparente. Recordemos nuevamente que la estrategia china es la del “conejo blanco de panza negra”…

El neocolonialismo chino: Argentina en peligro

Yuan Jiang Ping, nuevo legislador del PRO, inaugurando un local oficialista junto a Horacio Rodríguez Larreta

El presidente Mauricio Macri cuestionó en enero de 2015 el pacto, pero no por su contenido, sino por sus formas. En declaraciones a la prensa, el actual mandatario afirmó: “Los acuerdos son una buena idea pero mal hecha”. Esto tensionó la relación del PRO con China, pero la situación rápidamente se revirtió. En diciembre del año pasado asumió como legislador macrista por la Ciudad de Buenos Aires un inmigrante chino, Yuan Jiang Ping, quien no habla español pero fue puesto a dedo por la embajada de su país, y que habría aportado más de un millón de dólares a la campaña de Rodríguez Larreta.

Otro dato preocupante vinculado al primer mandatario es que su padre, Franco Macri, creó en el año 2009 un holding empresario denominado “Macri Group”, que está específicamente destinado a “atraer inversiones chinas a la Argentina”. El “Grupo” tiene su sede local en la calle Juncal al 1300 de la Capital Federal, y varias oficinas en Beijing y en otras ciudades de la nación asiática. Como es de imaginarse, para este emprendimiento el padre del presidente no estuvo sólo, sino que contó como socio estratégico al fondo inversor “Hadrian Consulting Limited”, cuya sede estaba ubicada en Gran Bretaña y que misteriosamente se disolvió en marzo del 2013. A su vez, Franco es Consejero Senior para las Inversiones en América Latina por la “Asociación para la Promoción y el Desarrollo Industrial” de la República Popular China. Cabe preguntarse, en qué medida influirá o no el negocio de la familia presidencial con la dictadura comunista en las decisiones del actual gobierno nacional.

EL NACIONALISMO FRENTE AL COLONIALISMO EXTRANJERO

El partido Bandera Vecinal sostiene una política exterior basada en el interés superior del Pueblo Argentino, y advertimos que no sólo debemos protegernos del colonialismo anglosajón, sino que también debemos enfrentar con claridad el intento de dominación que la dictadura comunista china está tratando de implantar en nuestro territorio. Este informe demuestra que no estamos ante hechos aislados, sino que podríamos encontrarnos ante un proyecto que socava nuestra ya debilitada soberanía nacional.

Como Nacionalistas, como patriotas, debemos asumir el desafío de defender a nuestra tierra, pues como ha dicho Kalki: “Por el Nacionalismo pasa el meridiano de la lucha de la Patria contra la antipatria. El Nacionalismo es el antídoto ante las falacias imperialistas y globalizantes. El Nacionalismo es la auténtica doctrina libertaria para este siglo XXI, es el camino hacia nuestra libertad nacional e individual, es el camino hacia la revolución integral”.

Artículo publicado en el Periódico Bandera Nº 4 (Enero 2016)